El azote erótico es una práctica que se nutre de varios aspectos ya que además de incorporar un juego mental de por medio, incorpora el asumir determinado rol y el tener toda la disposición del mundo para que lo que aquel dolor implícito en una palmada con fuerza en el culo pase a convertirse en fuente de placer.
Nos encontramos entonces, ante una categoría bastante reveladora que pretende más que nada poner al alcance de todos lo erótico que puede ser aquella variante del fetichismo que contempla los azotes y el spanking. Con una parte bastante física de por medio, la verdad es que para que todo pueda darse de una manera satisfactoria es importante construir un vínculo emocional entre los participantes que de alguna forma garantice que estas sesiones serán verdaderamente aquel deleite que surge con facilidad cuando estas se imaginan en la mente.
He sido mala: ¡Azótame!
Una mano desnuda, una fusta de montar a caballo, relajación, excitación, vergüenza y muchas veces hasta amor, configuran una práctica con miles de años de historia que deja ver que no es para nada nuevo, aquello de vivir situaciones intensas que conduzcan a encontrar placer donde otros únicamente encontrarían dolor.
El clima de intimidad que se da en estos encuentros, es de entrada un gran cautivante, recibir órdenes y más que nada dejar de reprimirse ante la idea de causar temor en el otro, ocurren cuando se derriba lo que es simplemente un polémico tabú pero que a fin de cuentas se encuentra bastante presente en la sociedad.
Puesto que no todas las personas encuentran seductor el llegar a erotizar un castigo, el sector de la población que realmente se encuentra dispuesto a estas prácticas insiste en lo intensas y gratificantes que son, y que mejor prueba que la recopilación de historias que se exponen en este apartado.
Morbo, fantasía y perversión
Jóvenes, Milfs, parejas hetero, amigos y hasta familiares lejanos y cercanos, todos de una forma u otra podemos vernos inmersos en lo que tanto si se busca o se da por casualidad, demanda el tener unos cuantos conocimientos base para llegar a la cúspide del deleite.
La respiración, un gesto, una palabra, pero ante todo el deseo y el asegurar que todo sea voluntario llevan a querer explorar y a permitirse que todas estas escenas puedan convertirse en momentos inolvidables.
Tanto con instrumentos como sin ellos, todas estas prácticas son llamativas por la seguridad al desempeñarse que hay de por medio, por supuesto, también por esa especie de entrega y abandono al ceder ante las demandas de otro encontrando en ello un goce mayor que el que se despierta con los encuentros sexuales tradicionales. Así pues, todo está dispuesto para la complacencia que emanan estos fetiches.