Me da un poco de vergüenza contar mi historia aquí, pero creo que mi experiencia puede ayudar a otras personas a dejar atrás sus prejuicios y vivir una sexualidad plena.
Yo pensaba que lo de pagar por sexo era una tontería, algo que no estaba hecho para mí. Pero entonces fui a Madrid y se abrió un universo nuevo para mí. Conocí a Naira, una mujer de las que te enamoran a primera vista.
Nadie piensa que va a conocer sensaciones tan intensas cuando conoce a una mujer por primera vez. Sin embargo, recurrí a la página de Casual Escorts en Madrid simplemente porque estaba aburrido. Tenía un viaje de negocios en Madrid y no se me ocurría qué hacer. No me apetecía salir de fiesta porque no conozco a nadie allí. Abrí el portátil y me puse a mirar fotos; Naira me pareció la candidata ideal para probar con una escorts por primera vez.
Lógicamente, tenía que llevarlo en secreto. Mi matrimonio saltaría por los aires en caso de que esa aventura llegara a oídos de mi mujer. No somos para nada una pareja moderna, sino que nuestra relación se basa en la monogamia, en la sinceridad y, todo hay que decirlo, una vida sexual bastante aburrida. Por eso, me fascinaba la idea de probar algo distinto, algo prohibido.
Vivir una noche de pasión con una mujer especializada en el sexo a la que poder reclamar todas las fantasías que no podía cumplir con mi pareja. Yo me refugiaba en el poro para dar rienda suelta a mi imaginación, pero nunca pensé que podría ponerlo en práctica con una diosa del sexo como Naira.
Siempre pensé que pagar por sexo algo sucio y desesperado. Sin duda, mi educación tradicional no había ayudado a tener una mente más abierta de cara al sexo. En cambio, pensé que no había mucho que perder. Hice la reserva y en menos de una hora Naira ya estaba en negritas en la habitación de mi hotel.
La verdad es que me esperaba otra cosa, que las fotos estuvieran retocadas o incluso de otra modelo. Pero Naira era la típica chica 10 de las que se ven pocas por la calle, con un cuerpo espectacular y la cara perfecta.
Nada más verla, ya se me ocurrían muchas cosas que hacer, pero tampoco sabía muy bien cómo plantearlas. Mi inexperiencia con escorts me hacía dudar si debía pagar por adelantado, si preguntarle si estaba conforme con alguna de las prácticas que más me interesaban, si era ella quien decidía… Pero en realidad todo surgió de forma muy natural.
Comenzamos a hablar sobre qué hacía yo en Madrid, mi trabajo y mis aficiones. Yo la miraba con deseo y ella enseguida se dio cuenta, así que me tumbó sobre la cama, me desvistió y descubrí que el sexo puede ser mucho más divertido de lo que suele ser con mi mujer.
Yo no tenía que preocuparme de nada, ella se encargaba de todo. Para mí fue una liberación, tanto física como mental. No imaginaba que los orgasmos podían ser tan intensos.
No sé cuándo volveré a Madrid. No voy a decir que estoy enamorado porque no es así, pero no me cabe duda de que la llamaré. Ojalá todas las mujeres del mundo fueran como Naira.