Llegué a mi casa, mis padres aún no llegaban, lo supe porque la casa estaba a oscuras. Esas reuniones familiares pueden durar hasta la madrugada. Subí a mi habitación para cambiarme, al pasar por la habitación de mi hermana noté que su puerta estaba entreabierta, la luz apagada y la televisión encendida, pensé en apagarla, pero en el momento en que me disponía a entrar al cuarto escuché gemidos, me detuve en el pasillo atento a los ruidos, mis ojos se fueron acostumbraron a la penumbra y vi que en la cama había alguien.
Mi hermana Leticia y su novio se daban un banquete de sexo, sentí celos, se supone que los hermanos deben cuidar que sus hermanas no hagan eso, pero pensé que yo no tenía derecho a importunar, ella es ya mayor y ella debe tomar sus decisiones. Por morbo me quedé unos momentos observando, yo estaba en la oscuridad y no me verían, quería ver el cuerpo de mi hermana, es tan bello. Ella estaba sobre su novio montada sobre su cintura, bien empaladita en su verga, ambos tenían sus manos sobre el pecho del otro acariciándose, que bonita se veía la espalda de Leti con su cuerpo de violín, sus vértebras resaltándose como teclas de piano, sus hermosas nalgas redondas columpiándose al ritmo que sus piernas y rodillas ordenaban, su cabello suelto ondeaba con ese movimiento tan atractivo que solo saben hacer las mujeres al girar su cabeza cuando se siente alteradas o cuando coquetean y que tanto nos gusta a los hombres.
Estuve mirando a mi hermana pensando en lo afortunado que era su novio de poseerla. Unos segundos o unos minutos estuve así, los gemidos más fuertes de los amantes me sacó de mi trance. Con cuidado cerré la puerta y ya en mi cuarto me cambié de ropa por algo más fresco para el calor de verano. Bajé a la cocina para comer algo porque tenía hambre, estaba calentando un platillo que encontré en el refrigerador cuando escuché ruidos en la puerta de entrada, me asomé y vi que mi hermana Leticia despedía a su novio. Ella vestía una camiseta, unos pantalones deportivos cortos, descalza y toda despeinada. Los vi besarse y luego él se marchó con mucha prisa. Regresé a la cocina para comerme lo que había calentado, en eso estaba cuando Leti entró y después de mirarme y ver que no había nadie más suspiró.
-Que bueno que eres tú, creí que eran papá y mamá que habían llegado temprano.- Me dijo.
-No sé porque te preocupaste, la reunión siempre acaba hasta la madrugada. Le dije.
– ¿Estabas jugando a las luchitas con tu novio? Estás toda despeinada. Ella se sonrió.
-¿Nada más piensas en eso?, ¿En sexo?- Me preguntó.
-Bueno sí, y parece que tú también.
-¿Cerraste tú la puerta de mi cuarto?-
-Si, estaban haciendo mucho ruido.
-¿Nos viste?
-Si los vi.
-Por favor no les vayas a decir nada.- Me pidió.
-¿Decirles qué? Yo no he visto nada.
-Ella sonrió agradecida y me pasó la mano por mi mejilla.
-¿Qué comes?, ¿me invitas un poco?-
-Si claro, calenté bastante, hasta para tu novio, lastima que ya se fue.- Respondí.
-Que lindo eres hermanito.
Mientras comíamos empezamos a platicar, me preguntó que había hecho yo. Cuando le conté que había estudiado en la tarde con Magdalena, que luego había ido a la reunión, que me la pasé con Rosalí y que más tarde estuvimos en su casa platicando, ella se sonrió.
-Desde el jueguito de luchitas en que se te paró el pene, Magdalena no deja de hablar de ti, le contó a Rosalí y las dos quieren jugar contigo. ¿Ya jugaste con ellas? Me preguntó.
-Caray, haces que me dé pena-
-Que no te dé y cuéntame que hicieron., te prometo no decírselo a nadie.
-Bueno, pues sí, sí jugamos a las luchitas, primero con Magda y luego con Rosalí.
-Cuéntame todo desde el principio, paso a paso.- Me exigió mi hermana que no dejaba de reírse divertida. Yo le conté que había hecho con mis dos primas y del amor que sentía por ellas, lógico que no pude explicar todo tan bien como yo hubiese querido. Leti escuchó mi historia interrumpiéndome varias veces, pidiendo la repetición de lo que había dicho o exigiendo más detalles.
-Ya era tiempo que hicieras el amor ya me estabas preocupando, que bueno que fue con Rosalí yo sé que la quieres mucho, Y ojalá puedas desvirgar a Magda, es bonito desvirgar a una chica, es una experiencia inolvidable, te va a gustar mucho, además de ser un privilegio, es como recibir un gran regalo que alguien cuidó mucho tiempo.- Me dijo con una sonrisita en su cara.
Yo no lo había notado, pero mi pene estaba duro de nuevo por recordar y platicar los juegos que había tenido con mis primas, tampoco me había dado cuenta que yo miraba los pechos de mi hermana bajo su camiseta y en especial, sus pezones. Mis primas son hermosas y Leti no se queda atrás, es bellísima: alta, rubia, de muy bonito porte, pechos bien desarrollados, cintura pequeña, nalgas bien notables y paraditas, largas y hermosas piernas. Escultural me dicen mis amigos que es Leti, y su cara es linda, suave de forma con una sonrisa que aflora con facilidad embelleciéndola aún más.
-Bueno, yo ya te platiqué de mi, ahora platícame tú de ti.- Exigí. Leti reflexionó por unos segundos, suspiró y con voz pausada me dijo:
-Yo hice el amor con mi novio hace 6 meses y lo hacemos cada vez que podemos, es muy bonito. Quería saber que se sentía, quería ser mujer, me quité muchas culpas y prejuicios acerca del sexo y ahora lo disfruto mucho. Así que aprovecho siempre que puedo para disfrutar mi sexualidad, siento que soy muy sensual y me gusta mucho hacer el amor, ya lo he hecho con otros tres hombres además de mi novio, fue muy rico y emocionante dejarme seducir, también seducir. Yo me cuido mucho, tomo pastillas y uso condón aún con mi novio. Hoy después de ir a la discoteca venimos a la casa y aprovechamos que no había nadie para coger toda la noche hasta que llegaste tú y nos asustaste porque creímos que eran mis papás.
Yo no sabía que pensar de lo que me decía Leti, mí hermana, estaba sorprendido por su franqueza y su desvergüenza. Ella se dio cuenta de ello y tomándome de la mano me dijo: -Las mujeres de hoy, también queremos disfrutar de lo que los hombres hacen desde siempre, ya nos liberamos de su machismo y de mojigaterías sociales, más aún cuando ya no hay el peligro de quedar embarazadas, queremos tener lo mismo que tienen los hombres y disfrutarlo. ¿Te parece mal?
-Hoy ha sido un día muy diferente, muy especial, me pasaron muchas cosas bonitas, más bien maravillosas, pero todo ha sido muy rápido. No creo que este mal porque es lo que yo también quiero y no tengo ningún remordimiento. Pero sí, estoy celoso de que te manoseen y te cojan. – Le respondí.
-Que lindo que te preocupes por mí, pero no estés celoso, no me pasa nada malo por coger, ni que me desgastara, ¿O qué, a los hombres se les desgasta el pito? Me contestó risueña.
Ya casi eran las tres de la mañana, limpiamos la cocina de las sobras de nuestra cena, nos despedimos y cada quién se fue a su cuarto. Me aseé, me puse el pantalón de mi pijama y me metí en la cama. Estaba yo tratando de dormir cuando sentí que algo caía sobre mí con fuerza. Leti estaba sobre mí sujetándome.
-Vamos a jugar a las luchitas.- dijo.
Yo no me podía mover mucho, la sábana me sujetaba inmovilizándome, después de un rato de forcejear pude sacar mis brazos y sujetar a Leti, me puse encima de ella y sujetando sus brazos, empecé a hacerle cosquillas en sus costillas. Ella se retorcía y me pedía que no le hiciera cosquillas que no fuera mañoso, que usase solo la fuerza.
Seguimos retozando, ella trataba de pegarme en los testículos con sus rodillas, con sus pies, yo con el peso de mi cuerpo detenía los brincos que pegaba para quitarme de encima. Le puse uno de sus brazos en medio de sus omoplatos inmovilizándola boca abajo, sus nalgas casi desnudas ya que su calzoncito entre ellas había casi desaparecido, brillaban con su blancura en la oscuridad del cuarto. No me pude resistir y le di una nalgada, el dolor en mi mano fue de deseo, ella gimió. Volví a nalguearla, volvió a gemir, me gustó lo que sentía, y repetí la nalgada, pero esta vez no retiré mi mano de su piel y la sobe suavemente sanándola, ella gemía, pero no se quejaba, nalgueé la otra fuertemente y también la acaricié.
-Ohhh Miguel, no pares.
-Te mereces esto por ser chica mala.- Le dije volviéndola a nalguear.
-¿Por ser una puta?
-¿Eres una puta?
-Sí, soy una puta, la más puta de todas y voy a seguir siéndolo, Muchas veces la nalgueé, sabía que estaba excitada y le gustaba lo que estaba haciéndole, yo no pude resistir y después de una nalgada muy fuerte la sobé, pero esta vez con mis labios y lengua. La solté y ella se volteó boca arriba, aproveché para también golpearla con mi mano en su teta, ella me contestó de la misma manera, pero en mis testículos, yo me le eché encima para evitar que lo repitiera, puse mi cabeza en sus pechos moviéndola entre ellos. Que rico sentirlos, su consistencia suave es deliciosamente única. Me tomó de mis cabellos y hundió más mi cara entre ellos restregándome con fuerza.
-Para que te ahogues cabrón, esta chica mala te va ahogar en sus tetas. Yo quería de verdad ahogarme en ellas, sentía su ternura que me llegaba hasta mi pene, yo fingía que quería nalguearla, pero realmente sobaba sus nalgas, tan duritas y suaves.
Después de unos minutos de jugar así, en un respiro en que dejó de moverse, mirándome a la cara Leti me dijo:
-¿Te acuerdas de cuando me besaste? Tú fuiste el primer hombre que me besó. Fue así jugando, ¿Qué sentiste?
-Miedo que me fueses a rechazar, temor que se lo contases a alguien, pero quería saber que se sentía así que ganaron las ganas.
-¿Pero que sentiste?-Insistió
-Mucha emoción, nunca había besado a una mujer, yo creo que lo que sentí con el beso fue lo de menos apenas te toqué los labios, el hacerlo fue lo emocionante.-
-A mi me gustó, hubiese querido que me siguieras besando.- Me dijo.
Yo la miraba emocionado, me daba cuenta que solo vestía un conjunto de camisón corto de satín y unos calzoncitos que le hacían juego, muy sexys. Su respiración agitada hacía que sus pechos se irguieran cada vez que respiraba. Yo estaba disfrutando mucho el juego con mi jugosísima hermana.
-Vuélveme a besar.- Me pidió.
Sin soltarla acerqué mi boca a la de ella y junté mis labios a los suyos, me recibió abriendo sus labios, yo abrí los míos, nuestras lenguas se tocaron y empezaron a jugar, me separé, ella me sonrió, la volví a besar, mi lengua exploró su boca, mi mano soltó su brazo y acarició su pecho. Que exquisita sensación sentir su pezón en la palma de mi mano, apreté con más fuerza la preciosa teta, mis dedos sujetaron su pezón oprimiéndolo con cuidado. Ella colocó su mano en mi espalda acariciándome suavemente.
-Que rico, vuélveme a besar- Me dijo.
Me coloqué a su lado para apoyarme mejor, besé de nuevo sus labios mientras mi mano deslizó el tirante de su camisón para descubrirle el pecho, mi mano lo acarició y luego mi boca se regodeó de su suavidad. Ella acabó de quitarse su camisón para que no estorbase a las caricias que mis manos y boca le hacían a su seno.
-¿Te gustan mis tetas?- Me preguntó mientras ella las miraba orgullosa.
-Muchísimo, tú lo sabes, me quisiera ahogar en ellas, no las dejo de admirar siempre que puedo, son unos monumentos hermosísimos así levantaditos hacia arriba.- Le contesté mientras los acariciaba con el cuidado que se le dispensa a unas joyas.
-¿Estás a gusto jugando con mi cuerpo hermanito?-
-Un poco nervioso, pero muy excitado, hermanita mía.
-No estés nervioso, yo estoy sintiendo rico, y quiero que tú también sientas rico.-
Me correspondió metiendo la mano por la bragueta de mi pijama, agarrando mi pene y acariciándolo suavemente.
-Que grande es, muy durito y muy suavecito, tenía muchas ganas de agarrarlo desde hace tiempo, déjame verlo. Me desabroché el pijama y me lo quité en un segundo que aproveché para admirar las tetas rosadas que contrastaban con el bronceado de su cuerpo, ella también aprovechó para quitarse su calzoncito maniobra en la que yo también le ayudé, ella en su desnudez se veía magnífica, sus dorados vellos púbicos que parecían brillar atrajeron mi vista y toda mi atención. También ahí el contraste del bronceado con su piel sin tostar resaltaba su feminidad, sus bellos en forma de corazón, suaves como cabellos de ángel.
-Que bonita está tu verga, para comértela toda. Todo tú estás riquísimo cabrón.-Yo también orgulloso voltee a ver como mi pene se erguía en toda su extensión pegado a mi vientre, anhelante de caricias, deseoso del calor de su cuerpo.
-¿Que quieres Miguel?- Me preguntó mientras me agarraba mi miembro con dulzura.
-Te quiero toda, pero quiero tus besos, quiero muchos besos.
– No sé de donde salieron esas palabras, pero eso quería, besarla en su boca, ver su cara, sentirla, ver sus ojos, sentir su lengua, estar cerca de ella.
Nos recostamos de lado y nos besamos, ella con mi pene en su mano, yo con mis manos en todo su cuerpo. Nos miramos y sonreímos, mi dicha era intensa mientras nuestras lenguas jugueteaban por nuestras caras, en nuestras bocas. Quería abarcar todo con mi vista, era imposible, trataba de pensar en lo que veía, cada centímetro de su piel es diferente, sus huesos, sus pequeños lunares, cada curva, la forma de sus orejas, la sensación de su cabello sobre mi piel, sus cejas, sus gestos, sus suspiros, su nariz, todo pero todo convertido en energía enloquecedora que se siente en todos los poros, en el alma estremecida por la pasión.
Mi cuerpo pegado al suyo sentía su calor, recorrieron mis manos sus piernas, su espalda, sus nalgas, sus pechos, su vientre, su vagina, su clítoris, sus labios vaginales. Quería tocar sus pies, sus manos, meterme todo yo en ella, ser uno solo en esa rabia sexual que brota desde dentro.
-Lo que estamos haciendo es pecado hermanita linda.- Le dije mientras acariciaba su clítoris.
-¿Quieres que nos detengamos?- me dijo al tiempo que me agitó con más fuerza mi pene.
-Por supuesto que no, mira como me tienes, bien caliente.
-Me había preguntado si te iba a poder seducir, yo te quería desvirgar, se me adelantó Rosalí, pero ser la segunda no está mal, tú vas a ser mi quinto amante, y no hay quinto malo.
-En un momento cuando estaba con Rosalí, pensé que eras tú, yo hubiera querido que hubieses sido tú mi primera mujer y yo tu primer hombre, pero nunca me animé a insinuarlo, se supone que no deba sentir esto que siento por ti, te quiero y te deseo tanto Leti.
-También te quiero mucho Miguel.
-Tú sabes que yo me moriría por ti.
-Estoy toda mojada, me haces sentir tan bien, me siento tranquila, tan a gusto, tan en paz, pero caliente, muy caliente. Me tienes cerquita del orgasmo No quiero que se acabe y también quiero sentirte más, quiero que me la metas por favor, quiero venirme con tu verga, ya no puedo más métemela por favor.
Sin pensar, solo obedeciendo, me coloqué entre sus piernas, que momento tan sublime verla ahí, esperándome. Yo temblando de deseo y pasión en esos segundos que pude contemplarla admirándola y deseando todo, un todo que no se puede narrar, sintiéndome hombre pleno, lleno de amor y poder, poderoso en mi miembro.
Con cuidado coloqué la punta de mi pene entre sus labios vaginales acariciándolos para llenarlo de sus perfumes, lubricarlo, para excitarla más, encontré la entrada de su vagina y despacio introduje mi miembro un poco, luego un poco más. Yo miraba su cara, pero también veía en mi mente como mi pene se introducía en ella, despacio abriendo su vagina, sentía como me envolvía su piel y sus músculos me abrazaban. Otro empujón, un suspiro de sus labios, una mirada anhelante. Solo parte de mi pene estaba dentro de ella y el placer era intenso, un pequeño retroceso y otro pequeño avance acomodándonos, una mamada a su seno acompañada de más movimientos lentos con mi verga.
-La quiero toda cabrón, metémela toda.- Me dijo jalándome con sus brazos hacia ella.
No le hice caso, seguí lentamente con mis movimientos de entra–sale con solo unos centímetros de mi verga dentro de ella. Así me sentía bien, sus músculos vaginales me apretaban fuertemente queriéndome absorber, yo veía que su deseo crecía, que la provocaba cada vez más y yo tenía el mando, tomó mis genitales con su mano acariciándolos, pasó sus dedos sobre mi ano, una nueva sensación me recorrió, yo hice lo mismo, mi mano fue a su nalga redonda y luego mis dedos acariciaron su ano, su entrada apretadita como el botón de una flor.
Seguí así unos segundos más, yo quería llevarla al cielo y yo ir con ella. La penetré un poco más, yo no dejaba de ver su cara y la besaba en sus labios húmedos sin detener mis movimientos. Ella suspiró, dejó que yo hiciese lo que yo quería y solo aguardó a que pasase lo que tenía que pasar. Su orgasmo llegó, sus jadeos y suspiros aumentaron, su cara cambió de alegría anhelante a un gesto intenso de desesperación, su cuerpo se levantó hacia mí arqueándose, sus músculos me apretaron mi pene en fuertes contracciones.
Me introduje más para recibir esos abrazos vaginales tan intensos. Yo apretaba los músculos de mi pene para no eyacular, mi corazón gritaba de gusto de ver a mi hermana tan bella en el mejor de sus momentos. No dejé de moverme, vi su transformación de nuevo, como disminuyó su ritmo, su respiración y jadeos, como volvió a incrementarse.
Quiso decirme algo, pero yo le pedí que callara con un dedo que puse en sus labios. Aumenté mi ritmo y la penetré aún más, casi toda mi verga estaba dentro de ella, yo sudaba mucho, como mucho era mi placer. Ella tomó mi cabeza con sus manos y me la acariciaba como se acaricia un bien que no se quiere perder. Me metí hasta el fondo de ella, me miraba contenta con una sonrisa de felicidad, sus jadeos y suspiros eran inspiración para mi mente, para mi cuerpo que aumentó su ritmo a un galope, quería llegar a su alma.
-Me llegas hasta el cuello primor, méteme los testículos.
Traté de hacerlo con mis embistes, nuestras pelvis chocaban furiosas en el galope sexual. Nos transformamos con el placer, ella llegó primero, lo sentí en mi pene con sus contracciones, me abrazó con más fuerza y gritó cuando mi pene explotó en su orgasmo. Mis pulsaciones junto con sus contracciones me tenían en otro universo, que placer, que exquisito delirio. Me seguí moviendo mientras mi pene seguía punzando, no podía dejar de moverme porque su vagina con sus contracciones me agarraba y soltaba dándome oleadas de placer. Mi pene quería continuar, yo quería seguir dentro de ella y seguí sin detenerme ni un instante.
Más tranquilo la miraba embelesado, tenía sus ojos abiertos mirándome con sorpresa, besé sus labios, chupé su teta. Yo sentía como sus paredes vaginales daban placer a mi pene, bien apretado su hoyito, pero sin detenerlo mi verga se deslizaba. Que felicidad sentía de poseerla, de penetrar a mi hermana, mi dulce y bella hermana.
-Me voy a venir otra vez.- Dijo levantando sus pechos que yo besé agradecido.
Aceleré mi ritmo pero sin llegar a ser tan rápido como en mi orgasmo anterior, un trote ligero, Leti tomó mi cara con sus manos, puso sus piernas en mi espalda y así llegamos juntos a otro orgasmo. Fue diferente; más consciente, sentí como mi piel se sensibiliza, mi vientre se endurece y como llega la sangre a mi miembro endureciéndolo aún más, como brota desde adentro del alma. Me abracé a ella descansando, mi pene seguía pulsando, su vagina se contraía abrazándolo. La besé y acaricié su cara. Sus manos en mi espalda me acariciaban suavemente.
-¿Me vas a hacer el amor cada vez que yo quiera, cada vez que tú quieras, por siempre? ¿Me lo prometes?- Me preguntó contenta. -Yo te iba a pedir lo mismo Leticia hermosa, si eres mi adoración, sí, te prometo cogerte toda la vida, aunque te tenga que compartir.- Le dije sin dejar de acariciarla y besarla. -Coges como un dios, vas a volver loca a Magdita como seguramente volviste loca a Rosalí y me tienes a mí, bien loquita.- Me dijo sonriente.
-Tú eres una diosa, la diosa del sexo.- Contesté orgulloso.-Tú también vas a volver locos a los hombres que tengan la dicha de coger contigo- -Y van a ser muchos los afortunados si de mi depende y quiero que tú también tengas muchas mujeres y mucho sexo, que te diviertas mucho.- Me dijo mientras contraía su vagina para reforzar sus palabras.
-No soy yo el que coge bien, eres tú, eres una mujer plena, sexual que se sabe entregar, yo solo trato de corresponderte lo mejor que puedo.-Seguimos abrazados sin salirme de su cuerpo por mucho rato, yo arriba de ella descansando, ella sin quererme soltar, yo sin quererme salir.
-Miguel; son casi las cinco de la mañana, ya van a llegar mamá y papá. -Un rato más- Le pedí.
Todavía me quedé varios minutos dentro de ella disfrutando su calor, pero tuve que salirme porque efectivamente podrían llegar nuestros padres. Después de limpiarnos nos pusimos nuestros pijamas, seguimos abrazados en la cama besándonos, acariciándonos y platicando de sexo, de sus amantes, de mis primas, pero más de nosotros, de lo que íbamos a hacer en la cama y fuera de ella.
-La próxima vez quiero amarrarte a la cama y hacerte todo lo que yo quiera, voy a jugar con tu linda vergota y te voy a tener una sorpresa.- Me dijo pícaramente contenta. Unos ruidos en la entrada principal hicieron que nos separáramos, habían llegado nuestros padres, me besó y se fue a su cuarto, yo me metí en las sábanas y apagué la luz. Tardé mucho en dormirme pensando lo que vendría con mi hermosa hermana y mis hermosas primas, claro que tenía mi pene bien parado.
47 Comentarios
Dejar un comentario